martes, 15 de julio de 2008

Crónica del 16 de mayo. Taller infantil Juanito Laguna.

Temprano estuvimos por la biblioteca. El día anterior habíamos quedado con los cumpas del movimiento que almorzaríamos con ellos, para después salir a dar una vuelta por el barrio, ir a la casa de los chicos, conversar con los adultos que viven con ellos/as. En la planificación del día anterior veíamos que teníamos dos deudas: por un lado esta de tejer una relación con quienes comparten el día a día con los chicos, y a su vez, terminar de redondear el grupo de chicos/as con el que queremos focalizar y centralizar el trabajo. El vueltín tuvo frutos porque logramos que un grupito de veinte, todos con alguna participación previa, pasen la tarde en el taller.

Estaría bueno acá poner la lista de los chicos/as.

La propuesta de la jornada era preparar una canción para el cumpleaños del club Villa Arguello, que lo van a festejar el domingo 21 de mayo. Participaríamos como taller infantil pero dentro de la estrategia general de la organización J. L y del MTD de volver a ganar un lugar en ese espacio comunitario. Eso es construir poder popular en el territorio, es decir, ir ganando consenso entre la gente del barrio, que vean lo que hacemos, que estuvo mal que en su momento nos hayan echado, que somos una organización, que nos referenciamos en el F.P.D.S; que queremos que las cosas se hagan de otra forma, que si nos cierran las puertas de las instituciones, en este caso el club, no nos vamos a quedar quietos, que somos hormiguitas como era el Pocho Leprati, y vamos a construir otros lugares para seguir haciendo lo que pensamos, pero que igual no resignamos esos lugares, sino que vemos antes en que condiciones podemos trabajar en ellos, que si podemos tener vos y voto sobre lo que allí sucede; que si mandan los que realmente laburan, si no hay cargos burocráticos, ni miserables jerquias, si se toma al club como un lugar del barrio, que responde a esa base, y no al municipio, y se tiene la vocación que sea un espacio desde donde organizarse para trasformar la historia... si eso sucede ahí estaremos... y quienes nos convocaron a participar del club sabían que pensábamos eso cuando fueron a buscarnos para dar una mano en levantarlo y librarlo de las garras de los rapiñeros de siempre, que son los mismos que en su momento nos echaron. Nada, una nota al pie que quedó en medio del párrafo.

Primer momento. La recepción de los chicos/as. El Juego.

Comenzamos con un juego que nos pasaron los cumpas de Tiburones y Mojarritas la semana pasada en el encuentro de talleristas. Creo que lo llamaban Twister, pero nosotros lo nombramos tornado, o huracán, que es la traducción obviamente. Consistía en una superficie de cuadrados de colores, hechos con cartulina, donde los chicos iban a apoyar manos, codos, rodillas, o pieses, según surja de las indicaciones. Esta se daban por sorteo. Un grupito sacaba de una bolsa un papel: pie izquierdo; de otra bolsa, cartón rojo. Los participantes de esa vuelta, no más de cuatro, estiraban las diminutas extremidades a diestra, y siniestra, si era a la izquierda, como dice el ministro sheriff. Resumiendo vimos que el juego no funcionaba, o porque no la teníamos clara, o porque no era una buena idea; me inclino por la segunda.

Segundo momento. La presentación de la actividad y las consignas. A trabajar.

A toque de palmas largamos el cambio de rumbo, todos corrimos a biblioteca. El pulso del día sería a pura percusión, y golpes, musicales y de los otros, que también son “formas de expresión” del ánimo de los chicos/as.

En la mesa de tablón, que estaba armada afuera, volcamos todos los materiales que habíamos llevado para armar los instrumentos musicales: chapitas de cerveza, que recolectaron las Juanitas en la fiesta de la noche anterior, de la que no se veía ni un rastro en los semblantes, lo que habla muy bien de la responsabilidad, aunque la voz de la Colo sonaba algo áspera, y no pudo tirar en el ensayo final esos agudos que la caracterizan.

Vasos de plástico, arroz, alambre, cañas, tachos de plástico, serrucho... un montón de cosas había en la mesa, y aunque costó un poco algunos instrumentos armaron, sobre todo sonajeros y maracas, y porsupus bombos que hicieron sonar métricamente. Lo que realmente tuvo color musical y armónico fue la percusión sobre la biblioteca. No pudimos evitar la separación en bandos por género. Las niñas se amotinaron dentro de la biblio y los varoncitos afuera que no se resignaron a la indiferencia de ellas, e hicieron lo posible por mostrarse. Igualmente con el grupo de chicas pudimos, más o menos, practicar la canción que les propusimos. La letra de “Vienes y te vas” la copiamos en un papelógrafo, para que todas la vean, y acompañadas por la hermana de Manuela en guitarra y Antulio en su manejo excepcional de la quena, pudimos hacer que la canten. Originalmente la idea era que elijan una melodía conocida entre varias que íbamos a escuchar y que luego escriban una letra propia, pero eso no sucedió. En esto se ve la distancia entre la planificación y lo que sucede después en la práctica. A veces todo queda a medias, por no decir que eso es casi una regla, y no una excepción.

Así llegamos al momento de juntarlos a todos y tocar la canción con los instrumentos hechos por ellos. En dos vueltas del tema se desató el enfrentamiento entre los bandos que marcaron la dinámica de la tarde. Riñas, agresiones verbales y batalla de arena hicieron imposible seguir.

Tercer momento. La merienda, un momento oportuno para el diálogo.

Largamos la merienda para bajar los decibeles, las chicas tomaron la leche adentro del galpón y los chicos afuera. Quisimos mediar en el conflicto apelando al diálogo, y promoviendo las disculpas entre las partes. Otra vez el debate de los límites, la extorsión de de los adultos que nos hacemos los ofendidos y decimos que así nos vamos, y todos volvemos a nuestras casas, etc. Lo de siempre. Logramos una tregua y propusimos un ensayo general final. Algo salió pero costó que se engancharan todos, habían pasado muchas cosas como para pedir un cierre a toda orquesta. La música es el lenguaje universal por excelencia, que suele producir situaciones de comunicación increíbles, pero hay otros factores que condicionan la magia del arte, cuales son, aunque algunos caen de maduros, es lo que hay que empezar a descifrar.

Educación y movilización social: Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (mst)

Según Sydney Tarrow, politólogo norteamericano, los movimientos sociales como hoy los conocemos se configuraron con el surgimiento del Estado Moderno hacia finales del siglo XVIII. En términos generales, este nuevo estado, si bien fundó el concepto de ciudadanía con el fin de desarrollar diferentes perfiles de individuos que sirvieran al Estado (soldados, pagadores de impuestos, obreros, etc.), el despliegue de los medios de comunicación y, junto con ello, la movilización de la opinión pública, devino en la organización de fuertes movilizaciones sociales. Lo que interesa resaltar aquí es la importancia de la difusión de la alfabetización durante este periodo que, junto con la difusión de los medios impresos, constituyó un elemento fundamental en la construcción de lazos entre comunidades alejadas, creando, como lo denomina Tarrow, “comunidades invisibles de discurso” o, lo que es lo mismo, “comunidades invisibles de lectores”, es decir, miles de hombres y mujeres que accedían a la misma información el mismo día. Por otra parte, los medios impresos no sólo conectaban a los miembros de la comunidad entre sí, sino que acortaban la distancia entre éstos y los gobernantes, pues se referían a estos últimos y a sus actividades en lenguaje común, además de conferir críticas y burlas acerca de su desempeño.

Asimismo, Tarrow señala las consecuencias que la posibilidad de leer trajo en términos de organización y política popular; al respecto afirma:

La difusión de la alfabetización fue un determinante crucial del nacimiento de la política popular. Sin la capacidad de leer, los insurgentes en potencia habrían tenido dificultades para mantenerse al corriente de las acciones de otros con reivindicaciones similares, excepto por la transmisión verbal de noticias.10

En resumen, podemos decir que ya la simple posibilidad de leer permite la entrada al mundo de la información y, por lo tanto, la oportunidad de dar nuestro punto de vista. Posteriormente, de esa capacidad de dar nuestro punto de vista sobre la realidad que nos rodea, surge lo que hoy se denomina opinión pública, base del ejercicio efectivo de la democracia.

En este sentido, tal como ocurriera durante la formación del Estado Nacional en el siglo XVIII, actualmente la capacidad de leer todavía es considerada por algunos movimientos sociales como una oportunidad para acceder a la información, a lo nuevo, al cambio y a la liberación.

Ejemplo claro de lo anterior es el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (mst) que, guiado por la pedagogía de Freire, acompaña su lucha por la reforma agraria en Brasil con un proyecto de educación popular. Así, mientras acampan a la orilla de las carreteras esperando localizar una tierra donde asentarse definitivamente y hacer lo que mejor saben hacer: sembrar la tierra, montan pequeñas escuelas que atienden las necesidades educativas de los hijos de los campesinos movilizados. Por ello, para muchos de los alumnos y monitores de las escuelas del mst, ser parte de los programas educacionales del movimiento:

[...] representa la posibilidad de emancipación social y cultural. Consideran muy importante la presencia de los espacios formativos y la red de relaciones sociales que se crea a lo largo de los proyectos. [Además] los monitores consideran la alfabetización importante para los asentados, para que tengan un mayor aprendizaje de ciudadanía.11

De este modo, podemos decir que para el mst la escuela se convirtió en un apéndice necesario de la lucha por la tierra, esto es, se pasó de la conquista de la tierra a la conquista de la palabra. Leer y escribir, además de posibilitar la firma de los documentos del incra (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) y la lectura de los rótulos de los productos utilizados en la agricultura, significó la inclusión en el mundo letrado y con ello, la capacidad de demandar con la propia voz los derechos que hasta entonces se les habían negado.

En pocas palabras, revisar las ideas de Freire nos hace recordar el poder transformador que tiene la educación. Bajo su influencia las aulas pueden convertirse en trincheras en las cuales se pongan a prueba conceptos como ciudadanía, democracia, representación política y participación, y donde se desarrollen valores como la autonomía, la igualdad y la justicia.

En síntesis, podemos decir que la educación popular en general y en especial la inspirada en los ideales de Paulo Freire representa el paso de una escuela pública “atribuida” (por el Estado-nación) a una escuela pública “reclamada”. O, como lo dice Stephen Store (participante constante del Foro Mundial de Educación), el tránsito de lo que Touraine denominara “escuela de la sociedad” a una escuela construida por los actores sociales sobre la base de sus propias reivindicaciones y promoviendo una “ciudadanía cultural”.

1 En 1988 el Partido de los Trabajadores (pt) ganó, con Luiza Erundina, la jefatura de la capital del estado de São Paulo. Durante este periodo se fortaleció la autonomía de las escuelas públicas del estado; se restablecieron los círculos de padres de familia, de profesores y los gremios estudiantiles; se intensificó la gestión de proyectos pedagógicos propios, y se inició un movimiento de alfabetización en conjunto con los movimientos sociales (Movimiento de Alfabetización de la ciudad de São Paulo), entre otras cosas.

2 Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía, México, Siglo XXI Editores, 2004, p. 25.

3 Paulo Freire citado por Moacir Gadotti en “Paulo Freire: de la pedagogía del oprimido a la ecopedagogía”, Moacir Gadotti (coord.), Perspectivas actuales de la educación, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 135.

4 Jesús Palacios, La cuestión escolar, México, Ediciones Coyoacán, 2002.

5 Ibidem, p. 19.

6 Ibidem, p. 20.

7 Ibidem, p. 524.

8 Paulo Freire, op.cit., p. 53.

9 Jesús Palacios, op. cit., p. 551.

10 Sydney Tarrow, Poder en movimiento, Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 98.

11 María Antônia de Souza, “Relaciones mst. Estado, encuentros y desencuentros en la educación de jóvenes y adultos de los asentamientos rurales”, en Evelina Dagnino (coord.), Sociedad civil, esfera pública y democratización en América Latina: Brasil, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, p, 227.


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