martes, 15 de julio de 2008

DOCUMENTOS DE CATEDRA: Una primera aproximación al campo de Comunicación / Educación

El objetivo de este texto es brindar las primeras aproximaciones al campo de comunicación / educación. Para ello proponemos un recorrido a partir de los siguientes puntos:
• ¿Cuáles son los sentidos dominantes sobre la comunicación y la educación? ¿Desde qué lugar es posible entender la relación entre comunicación y educación?
• ¿Cómo y dónde reconocemos situaciones y espacios de comunicación y educación?
• ¿Cómo intervenir desde la mirada de Comunicación / Educación?

Además es necesario resaltar que el carácter y el tono de este trabajo intenta ser introductorio a las principales nociones del campo, que posteriormente serán tratadas en el desarrollo de la materia. La intencionalidad apunta a focalizar aspectos propios de comunicación y educación para reconocer prácticas culturales y procesos educativos en espacios socio-comunitarios, mediático-tecnológicos e institucionales- educativos.

Sentidos y reduccionismos de Comunicación y Educación

La educación históricamente estuvo asociada a la escuela como el único lugar donde pudieran suceder procesos educativos. De la misma manera, la comunicación estuvo vinculada a los medios masivos de comunicación. De esta forma, una telenovela carecería de rasgos educativos; y asimismo la feria de frutas y verduras no tendría aspectos comunicacionales.

La propuesta desde el espacio de la cátedra radica en poder salir de estos reduccionismos de los términos para comenzar a reconocer otros procesos. Por lo tanto, proponemos comenzar a entender a la comunicación como producción social de sentidos y la educación como procesos de formación de sujetos. La comunicación, entonces, trasciende el ámbito exclusivo de los medios para recuperar el sentido experiencial del término: diálogo, intercambio, relación de compartir; para así ampliar la mirada asociada al acto de informar, de transmitir, de emitir. Podemos de ésta manera, por ejemplo, comenzar a analizar un corte de ruta o las ubicaciones de las sillas y los bancos de un aula desde una perspectiva comunicacional.

Es así que con el paso del tiempo, las tradiciones fueron operando para que se produjeran ciertas significaciones hegemónicas que se instalaron a la hora de pensar los anudamientos entre comunicación y educación. Esto genera sentidos unívocos, que producen propuestas de intervención en una sola dirección. Acercar los medios de comunicación a la escuela con el propósito de corregir problemas de lectura o de violencia; producir posturas críticas de recepción frente a la televisión; difundir planes y programas del Estado con vertientes instrumentales (Programas radiales de huerta orgánica que capacitaba a pequeños productores); entre otras propuestas que reproducían y reproducen estos sentidos de comunicación y educación.

La educación ya no se circunscribe solo al ámbito de las instituciones educativas, para dar lugar al análisis de otros espacios sociales que desarrollan prácticas educativas. De esta manera consideramos como educativos, aquellos saberes que no guardan necesariamente una relación directa con lo “políticamente correcto”. Estos últimos serían aquellos contenidos estructurados y definidos para su transmisión al educando para desenvolverse en una “sociedad civilizada”.

En esta dirección la educación se transforma en la herramienta necesaria para lograr la formación de ciudadanos para ese proyecto de nación; y la comunicación, se asocia a la transmisión de contenidos, se torna la llave para acarrear claridad, distinción y orden a las aulas.

Espacios de Comunicación / Educación

¿Dónde se puede encontrar un espacio de Comunicación/ Educación? Si mantenemos los reduccionismos del campo, los espacios serían las instituciones educativas y los medios de comunicación. En cambio si salimos de estos esquematismos, se amplía el abanico de posibilidades.
Una plaza, una sociedad de fomento, una esquina, un picadito, una murga, un partido político, movimientos sociales, un recital, un club de barrio, un programa de tele, los juegos en red, etc., pueden ser potenciales espacios en los que se den prácticas de comunicación y de educación. Pero de todas formas, esto no indica que todos ellos sean espacios para realizar una propuesta de intervención. Puedo reconocer instancias de comunicación y educación en un recital de rock, ¿pero cómo trabajo una propuesta de intervención concreta en ese ámbito, más allá de la organización efectiva del espectáculo?
Un espacio de comunicación/ educación puede ser cualquiera de los mencionados, pero ¿qué tiene de educativo y comunicacional una plaza, por ejemplo? Desde una mirada surgida de la comunicación, en primera instancia podemos observar la distribución de los espacios, la apropiación y la resignificación que los vecinos hacen del lugar. Se pueden reconocer cuáles son las prácticas (en tanto acciones ritualizadas e inconscientes) que se llevan a cabo un domingo a la tarde a diferencia de otros días de la semana. ¿Siempre los vecinos se sientan en el mismo lugar a tomar mate? ¿Qué reacción manifiestan ante otro visitante del lugar? ¿Es la misma apropiación que se realiza de la plaza en una ciudad que en un pueblo?
Todos estos interrogantes nos llevan a pensar en los sentidos que se originan y se ponen en juego en torno a un espacio socio-comunitario. Así, la comunicación comienza a incorporar otras dimensiones de análisis que no estaban contempladas en los medios (en tanto transmisores de información). A partir de ahora es posible reconocer en la plaza, la pertenencia y la identificación que los vecinos (sujetos) tienen en relación con el lugar establecido.

¿En qué medida, siguiendo con el ejemplo de la plaza, se pueden reconocer prácticas educativas? Ahora, es necesario tener presente algo más allá de la mera distribución de los espacios físicos. Si en la plaza suceden ensayos de murgas, “juntadas” de grupos de amigos adolescentes, encuentros políticos partidarios, hay prácticas que pueden resultar educativas para los sujetos (no confundir sujetos con individuos, son concepciones diferentes). Un chico que se acerca a la plaza y comienza a participar en la murga, adopta comportamientos y prácticas propias de un colectivo que representan un carácter educativo para él. Concurrir a un escrache, poner el cuerpo en una manifestación, cantar y bailar, participar de las asambleas de discusión de la murga, implican experiencias significativas que la escuela no contempla.
En términos de Rosa Buenfil Burgos, en este caso se produce una interpelación, un llamado al individuo a convertirse en sujeto. Entonces “es posible sostener que lo educativo consiste en que, a partir de una práctica de interpelación, un agente se constituye en sujeto de educación activo incorporando de dicha interpelación algún nuevo contenido valorativo, conductual, conceptual, etc., que modifique su práctica cotidiana en términos de una transformación o en términos de una reafirmación más fundamentada”. En el ejemplo, el chico puede incorporar visiones críticas de la sociedad a partir de las letras de las canciones, o sentirse interpelado a raíz de la socialización (entendida como relaciones intersubjetivas) que le propone el grupo de la murga.
Otros lugares donde intervenir desde comunicación / educación es en los espacios institucionales educativos y en los mediático- tecnológicos. Cuando hacemos referencia a los institucionales educativos, hablamos de los establecimientos educativos formales (escuelas, institutos terciarios, universidades) o no formales (cursos de especialización que brinda un sindicato, institutos de idiomas, espacios de formación política de una agrupación). Por su parte, los mediático-tecnológicos se encuentran en los medios de comunicación (sean masivos, populares o comunitarios) y las nuevas tecnologías, como la web, los juegos en red, un ciber.
Es importante destacar que esta clasificación de espacios de comunicación /educación, parte del arbitrario metodológico de reconocer, analizar e intervenir en procesos de formación de sujetos y producción de sentidos en estos lugares. Sin embargo es posible reconocer soportes que entregan la sustancia específica para poder analizar estos lugares. La clasificación tampoco ansía ser rigurosa, más bien intenta orientar los escenarios posibles de una acción estratégica. ¿Una parroquia es un espacio socio-comunitario o institucional educativo? La parroquia puede estar incluida en estas categorías analíticas, pero además, si posee un programa de radio en una FM, dicha producción podrá ser analizada a partir del reconocimiento de un espacio mediático-tecnológico.
En los espacios mencionados aparecen mixturadas, superpuestas, mezcladas, un sinnúmero de relaciones discursivas entre la comunicación y la educación. ¿Qué tiene de comunicación, la educación, y qué de educación contiene la comunicación? La separación en diferentes momentos es netamente analítica, aunque pueden reconocerse ciertas especificidades de los procesos. Coincidimos con María Cristina Mata en entender a los discursos como conjuntos textuales, que a veces contemplan en su interior mensajes y prácticas contradictorias y que, a su vez, remiten a enunciados y prácticas anteriores.

Reconocimiento del mundo cultural

La vida cotidiana nos impone un tránsito por diferentes lugares de los cuales formamos parte. En ese andar arrastramos modalidades y prácticas que llevamos incorporadas y naturalizadas, cuando actuamos e interpretamos el mundo que nos rodea. ¿Podemos dejar a un lado aspectos referidos a las tradiciones italianas de nuestras familias, que somos hinchas de tal equipo, que nos gustan ciertos grupos de música, en el momento de asistir a la escuela?

Resulta imposible desprendernos de este “mundo cultural” que nos otorga los marcos de comprensión de nuestra realidad más inmediata. Los espacios nos habitan y nosotros los habitamos; es decir, nos cargan de significados y a la vez, los resignificamos a partir de otras prácticas que ponemos en juego allí.

La escuela en sus orígenes operó como promotora del abandono de un tipo de prácticas que los sujetos traían desde sus contextos más cercanos. Así fue modelando a los alumnos para los tiempos del ocio (recreos) y los tiempos productivos (trabajo en el aula) que requería la modernidad.

El contexto actual obligó a la escuela a reconocer el “afuera”, e incorporar de a poco una suma de prácticas que en otros tiempos históricos las negaba. La aparición de los comedores escolares fue desplazando el mandato fundacional de la escuela, para dar lugar a un reacomodamiento de las situaciones en base a la realidad social de los sujetos producto del crecimiento de la pobreza y desempleo, entre otros.

Realizar este tipo de reconocimientos de la situación estructural del país, no indica que contemple tipos de prácticas culturales que no tienen que ver con su contrato establecido originariamente. La escuela puede negar los programas de televisión en el desarrollo de los contenidos curriculares, pero sin embargo, no puede detener su presencia en la constitución de la subjetividad de los alumnos (cultura mediática).

En la conformación del mundo cultural se producen adhesiones a determinados discursos que modelan, reafirman y transforman nuestras prácticas heredadas. No podemos escindirnos de ellas, y además como estamos en un mundo social, la suma de todas ellas nos va formando como sujetos.

¿Qué nos hace votar por un partido político, la tradición de nuestra familia, la propuesta programática, el carisma del candidato? En el conjunto textual se encuentran rasgos discursivos que reconocemos como dirigidos a nosotros y con los cuales nos identificamos. Hay un llamado a ése individuo a constituirse en un sujeto (afiliado a un partido, “soy socialista”, “soy anarquista”, “soy peronista”, etc.), donde se produce una interpelación que implica un reconocimiento subjetivo.

Continuando con el ejemplo, algunas personas que escuchan ese discurso partidario destinado a movilizarlo, sea votar en las elecciones o ir a la plaza, es allí dónde abandona posturas solitarias e individuales para adquirir otras colectivas. De todas formas este proceso no guarda una relación racional de causa y efecto. En muchos casos las decisiones de votar son irracionales, y no por argumentos; otras, los argumentos tienen relación con políticas de clientelismo que obligan a tomar decisiones que no son libres y racionales (o si lo son, lo son según el interés).

En el proceso de interpelación se configuran los sentidos en un conjunto textual, que intenta formar sujetos. El discurso del partido político del ejemplo, busca proponer significaciones acordes a su visión del mundo que los diferencie de otros partidos opositores.

En este sentido el proceso es educativo, porque propone –como dijimos anteriormente– una reafirmación o una transformación de las prácticas. Sin embargo, si no se produce un reconocimiento del sujeto en aquello que se le propone (interpelación) todo esto queda trunco. De allí que la educación tiene que necesariamente preguntarse por los mundos culturales de los sujetos a los cuales pretende formar.

Los medios de comunicación constantemente proponen este juego entre la interpelación y el reconocimiento. Intentan promover su visión del contexto a partir de la contemplación del mundo cultural de su potencial receptor. Pongamos como ejemplo, un diario deportivo de Argentina, que para calificar en el medallero las actuaciones de los jugadores de fútbol luego de cada fecha del torneo, otorgan el premio Maradona. En el código futbolero, más en nuestro país, se sabe que Diego representa al símbolo máximo del fútbol; así se tiene presente, que todas las personas que sienten el juego, sabrán a qué están refiriéndose quienes escribieron las notas. Por su parte, los redactores tienen en cuenta que si escriben en otro tono, tal vez no alcancen la adhesión de los lectores.


La intervención desde Comunicación/ Educación

Desde la postura de este equipo de trabajo, analizar e intervenir a partir del campo de comunicación/ educación implica un reconocimiento del mundo cultural de los sujetos (en términos de Paulo Freire el universo vocabular) para desnaturalizar prácticas hegemónicas. En este punto es necesario tener en cuenta que las acciones intentarán, desarreglar un orden y se orientarán a partir de la voluntad de transformación.

Realizar intervenciones sin tener en cuenta quién es el que posee el poder, puede llevarnos al fracaso de todas nuestras propuestas. Por ello retomamos a Michel de Certeau con la distinción entre estrategia y táctica. La estrategia es un término relacionado a la teoría de la guerra, es el dominio del poderoso que implica la intención de la derrota de las fuerzas del otro. En cambio, la táctica es el terreno del débil, quien juega en los dominios del poderoso, sin contar con un lugar propio. Sin embargo las estrategias también pueden fracasar, no hay un agente que posea el dominio absoluto del poder.

Imaginemos un ejemplo de una cooperativa de pequeños productores de vinos que desean regularizar su producción en el mercado, para lo cual precisan de la aprobación del Instituto Nacional Vitivinícola. Como se trata de una producción artesanal elaborada a partir de tradiciones heredadas y, de una variedad de uva traída de Italia. Ante esto el organismo estatal, los parámetros fijados por el mercado, sumado a la presión de los grandes bodegueros, les imposibilitan normalizar la producción para su venta masiva. Observemos que se trata de un terreno delimitado por el poder, donde no hay acción posible fuera de estos marcos establecidos (estrategia).

La opción que tomaron los miembros de esta cooperativa, se centró en la inscripción del vino como una producción artesanal, y de esta manera obtener la certificación pertinente. Más allá de la variedad de plantaciones que les requería los lineamientos de las políticas oficiales para el sector (se trata de un tipo de uva no reconocida por los exportadores) persistieron en las tradiciones culturales que se pasaron de generación en generación. Es posible reconocer la táctica donde a partir de reglas de juego impuestas, los productores lograron mantener sus tradiciones culturales y no abandonarlas para perdurar en el mercado.

La intencionalidad de la intervención desde Comunicación/ Educación se relaciona con el reconocimiento de la estrategia marcada por los agentes del poder, pero con la modalidad de acción propias de las tácticas. Es decir, que sabiendo cuáles son los límites y las reglas del juego que establece la hegemonía, apuntar a vislumbrar fisuras en ese orden establecido.

El contexto actual donde se reconocen múltiples cambios culturales, causados por la ruptura de los contratos sociales, la devastación de los aparatos productivos, la irrupción de los medios de comunicación, la concentración de la riqueza, nos obligan a plantearnos los sentidos políticos que deseamos imprimir a nuestras propuestas de intervención. Podemos realizar una acción estratégica desde Comunicación / Educación, con la pretensión explícita de trabajar con el otro y no para el otro , pero además debemos tener presente qué sentidos buscamos despertar, como también qué prácticas hegemónicas pretendemos desnaturalizar.

A partir de estos interrogantes, podremos llegar a comprender los anudamientos entre lo educativo, lo cultural y lo político. Es aquí donde interviene la comunicación como producción social de sentidos, sin caer en las presunciones de transparencia y acuerdos armónicos, para revitalizar el carácter político y conflictivo del diálogo. En estos entrecruzamientos sucede lo sustancial de un proceso de comunicación/ educación donde los mundos culturales de los sujetos, se inscriben en los grandes proyectos políticos.


Bibliografía


Bourdieu, P., El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991
Buenfil Burgos, Rosa N Análisis de discurso y educación, México, DIE, 1993.
De Certeau, M. (1996), La invención de lo cotidiano. I. Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana.
Freire, Paulo Pedagogía del Oprimido, México, Siglo XXI, 2000.
Huergo, Jorge Cultura escolar/ Cultura mediática, Intersecciones, Instituto Pedágogico Nacional, Colombia, 2000.
Kaplún, Mario. “El comunicador popular”, cap. 1: Modelos de educación y modelos de comunicación. Ed. Lumen-Humanitas. Argentina. 1996.
Mata, María Cristina, Nociones para pensar la comunicación y la cultura masivas, Segundo curso de especialización con modalidad presencial a distancia, Centro de Comunicación Educativo La Crujía, Buenos Aires, 1996.

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